La VoZ digital | Las víctimas cierran el duelo de la peor matanza de la guerra con las FARC en Colombia

2019-10-31 | 11:18

Colombia

Las víctimas cierran el duelo de la peor matanza de la guerra con las FARC en Colombia
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Víctimas del ataque de la FARC del 2002 Víctimas del ataque de la FARC del 2002
Los familiares recibirán los cuerpos identificados de 72 fallecidos en la iglesia de Bojayá en 2002

Lavozpy. - Más de medio siglo de conflicto armado dejó en Colombia unas heridas abiertas que, casi tres años después de la firma de los acuerdos de paz entre el Estado y las FARC, siguen sin sanar. Los familiares de las víctimas de la matanza de Bojayá recuerdan esa noche con el vértigo del horror y, hoy, también con un anhelo: pasar página y cerrar un capítulo. Minutos antes de las 23.00, un cilindro bomba lanzado por un mortero de la guerrilla atravesó el techo de la iglesia en la que buscaban refugio unas 300 personas. Afuera, arreciaban los enfrentamientos entre el llamado Bloque 58 del grupo insurgente y una columna de paramilitares. Era el 2 de mayo de 2002. El artefacto causó en esta población del departamento del Chocó, próxima a la costa del Pacífico, la peor matanza de la guerra. Los fallecidos, cuyo balance osciló inicialmente entre 74 y 119 civiles, fueron enterrados en fosas comunes.

A partir del próximo 11 de noviembre, los allegados y supervivientes tendrán la oportunidad de cerrar un duelo de más de 17 años. Recibirán los restos de 72 cuerpos identificados por Medicina Legal después de que en 2017 ese instituto forense los exhumara y los trasladara a Medellín. Y podrán, finalmente, darles sepultura. El anuncio se formalizó este miércoles en Bogotá en la sede del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos con el acompañamiento de ese organismo, la Fiscalía, la Unidad de Víctimas y el Centro Nacional de Memoria Histórica. "Lo estoy viviendo ahora como si fuera el 2 de mayo", dice a EL PAÍS Yorlenis Mena Mosquera. Ese día perdió a su madre y a tres hermanos. "Nosotros no pudimos enterrar a nuestros seres queridos como queríamos y ahora, el 11 de noviembre, es como si acabáramos de pasar la masacre".

Sus palabras, interrumpidas por un ligero sollozo, reviven el terror después de un largo limbo que está a un paso de terminar. José de la Cruz, representante del comité de víctimas resalta la trascendencia del entierro, que siempre se ha tenido en la cultura occidental y que les fue arrebatada. "Nosotros lo vemos en dos líneas fundamentales. La primera es poder lograr una identificación plena de nuestros familiares, tener la certeza de que sus restos están enterrados, poder ir a prender una vela, dejar unas flores y conversar con ellos", explica. "Un segundo elemento son los cantos, los rezos para que las almas de nuestros familiares tengan un eterno descanso y poder verdaderamente estar tranquilos porque ellos ya no están penando, según nuestras creencias", continúa en referencia a la tradición de las comunidades afrocolombianas del Chocó.